El carguero corelliano YT-1300 lucía orgullosamente el emblema imperial, pavoneándose sin saberse acechado. Nuestro dispositivo de camuflaje funcionaba perfectamente, según acababa de comprobar, y aquella no era una zona frecuentada por piratas. Estaban a salvo, o eso creían ellos.
Nada más lejos de la realidad.
El mon calamari y el wookiee más decididos estaban dispuestos a arrebatarles la mercancía que enriquecía las arcas imperiales a costa de sus ciudadanos. Mientras, un Jedi, un gungan y su droide de batalla estarían preparados para lo peor.