EPÍLOGO
“Los que atacan por la espalda no se merecen vivir. Ni perder el tiempo con ellos. Deben tener una muerte veloz, sin miramientos y simple, como simple es la mente de un cobarde”. Con voz ruda y segura dijo el enigmático y solitario antiguo Maestro de Redan, que oportunamente había hecho se aparición enfundado en su armadura y casco Mandaloriano.
El Jedi además era el Gran Maestro Historiador del Templo Jedi. El fue quién le dejó el datapad y la información sobre el planeta Vjun, en sus dependencias del Templo Jedi a su antigua padawan. Su vinculación con la cultura madaloriana, así como el modo de vida de estos y, su filosofía sobre el sentido de identidad de nación, hizo que indagará sobre la desaparición de Dyeus, también madaloriano como él. Aunque Dyeus no usaba en el Templo Jedi su armadura, eso no impedía que sus creencias e ideales fueran totalmente Mando’ade, incluso había un dicho en Mando´a que decía que: Ver ori´shya Beskar´gam (Un guerrero es más que su armadura).
Las pesquisas del Historiador le llevaron a descubrir el clan de Dyeus, situado en el planeta Concord Dawn en el Borde Esxterior. Investigó y supo que en uno de sus viajes conoció a una casi-humana de raza Echani con quien tuvo una hija. A su descendiente le puso como apellido Marek, que era el verdadero apellido de su padre, y de nombre Morta. Toda esta información le permitió descubrir también la relación de Redan con MM y el secuestro del padre de la joven por el Hechicero Codru-Ji.
Redan se recuperó y agradeció a Morta y a su estimado Maestro que le salvaran la vida. El desactivador fue encontrado y el padre de MM pudo quedar libre. Estaba perfectamente, sólo algo desorientado y entumecido por el tiempo que había permanecido prisionero.
“Su’cuy gar! -¡todavía vivo!- ”, le dijo el Historiador mientras se acercaba a Dyeus.
“Vor entye, ner vod –gracias, hermano- ”, le manifestó con agradecimiento.
“Ner vod –hermano-”, respondió, a la vez que Morta le entregaba su valedora lanza láser.“Ke barjurir gar’ade, jagyc’ade kot’la a dalyc’ade kotla’shya -Entrena a tus hijos para que sean fuertes, pero a tus hijas para que sean más fuertes-”, siguió diciendo el Gran Maestro Mandaloriano a la vez que con una breve reverencia agradecía el gesto de MM.
Después de normalizarse la situación, Dyeus seguidamente les relató a su hija y a los dos Jedis el origen de su apellido. Les dijo que varias generaciones atrás, después de la antigua Gran Purga Jedi y en el inicio de la Guerra Civil Galáctica, una humana nacida en el planeta Corulag que estaba embarazada llegó a Concord Dawn, y por seguridad dejó a su hijo en adopción a un clan Mandaloriano . “Aliit iru’shya tal’din -la familia es más que lazos de Sangre-” , aclaró el Gran Maestro Historiador. El niño fue adoptado y se convirtió en un Mandaloriano de pleno derecho. Fue conocido como el nombre de Kot (fuerza), pero mantuvo en secreto su apellido Marek como quiso su madre en honor y homenaje a su desaparecido padre.
Posteriormente salieron de la cueva y se dirigieron a sus respectivas aeronaves. Habían acordado poner rumbo hacia Coruscant.
El Amanecer Púrpura, la Akaiani y el caza estelar del Gran Maestro Jedi Mandaloriano, casualmente al escapar de la atracción gravitacional del planeta, se introdujeron en una singularidad, anomalía o invisible tormenta cósmica. Sufrieron una sorprendente propulsión, similar a la que necesita la materia exótica en una cavidad casimir para crear un agujero de gusano. El oscuro, frio e infinito vacio estelar siguió siendo y estando aún más vacio. Las aeronaves de repente dejaron de verse. Habían desaparecido.
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Eunice y Ric se establecieron en una apartada zona selvática del planeta Voss, pero bien comunicada. Con el tiempo mantuvieron una cordial y cercana relación con los habitantes y los nativos sensibles a la Fuerza que existían en este mundo. Después de todo, ambas creencias filosóficas no se distanciaban mucho. Sus seguidores fueron creciendo y eso permitió el desarrollo y la expansión de sus ideales y pensamientos, en la que destacaba su particular visión de entender la Fuerza y la Vida.
Los años pasaron. Ric y Eunice se formalizaron como pareja y tuvieron una hija.
En el año 45 ABY (10 BrS), a los pocos meses de ser madre Eunice, ambos tomaron un vuelo atmosférico para desplazarse de una ciudad a otra del planeta. Un aviojet civil de la Compañía de aerotransportes de Voss hacía esa ruta, por desgracia, fue atacado por unos piratas. La aeronave inicialmente pudo huir, pero se estrellaría posteriormente en una zona montañosa del hemisferio norte.
Ric, la tripulación y la mayoría de los pasajeros murieron. Un joven comerciante humano que viajaba con ellos y que sólo sufrió heridas leves, por orden de la moribunda Eunice, tomó bajo su custodia a la niña que había quedado ilesa.
Las últimas palabras que dijo Eunice antes de morir, al benefactor de su hija, fueron que su colgante se lo pusiera a su hija llamada Mallie y Templo Jedi.
Los cuerpos de los dos Potentiums fueron llevados a su refugio y allí fueron incinerados rodeados de sus seguidores, amigos y adictos.
El comerciante cumplió con su cometido. Cuando llegó a Coruscant dejo a la niña, que mantenía el don genético de sus padres de ser sensible a la Fuerza, al cuidado de la Orden Jedi. Le dejó puesto en el cuello el colgante con su curioso amuleto. El Maestro Hal se lo había regalado a Eunice la primera vez que la vio, y ahora lo llevaba su hija.
El amuleto del colgante era una especie de símbolo que representaba la figura de un Kybo, una criatura voladora con forma de manta-raya originaria del planeta Zonama Sekok. Se usaba como cosechadora en simbiótica relación con sus habitantes. Pero para el comerciante sólo le pareció la forma de un ave de rapiña elegante y esterilizada con las alas abiertas orgullosamente.
Mallie, la hija de Eunice, creció y también se hizo Caballera Jedi, pero al igual que su madre, se exilió con otro Jedi llamado Kento. Ambos se establecieron en el planeta Kashyyyk y tuvieron un hijo.
El joven comerciante posteriormente se convirtió en un prospero y acomodado empresario. Se estableció en el planeta Stewjon, casándose con una humana también sensible a la Fuerza, con quien formó una familia moderadamente rica. Tuvo varios descendientes. Su primogénito igualmente lo dejó al cuidado de la Orden Jedi. Posteriormente su vástago llegó a ser un heroico y conocido Maestro Jedi apodado El Negociador.
Eunice murió joven, pero su generación vio fallecer la vieja República. Vio la destrucción de Alderaan. Vio la vuelta de los Siths y vio desaparecer a los Jedis de Coruscant… y del resto de la galaxia. Los acontecimientos se precipitaban rápidamente. Era como una sorprendente propulsión, similar a la que necesita la materia exótica en una cavidad casimir para crear un agujero de gusano. La oscuridad, fría y letal hacia su aparición. La paz y la luz de la galaxia de repente dejaron de existir. Habían desaparecido.
FIN