Holocrón: Diario de un Jedi [Grabación 00002.01]

Holocrón: Diario de un Jedi [Grabación 00002.01]

El carguero corelliano YT-1300 lucía orgullosamente el emblema imperial, pavoneándose sin saberse acechado. Nuestro dispositivo de camuflaje funcionaba perfectamente, según acababa de comprobar, y aquella no era una zona frecuentada por piratas. Estaban a salvo, o eso creían ellos.

Nada más lejos de la realidad.

El mon calamari y el wookiee más decididos estaban dispuestos a arrebatarles la mercancía que enriquecía las arcas imperiales a costa de sus ciudadanos. Mientras, un Jedi, un gungan y su droide de batalla estarían preparados para lo peor.

Aquello era una locura.

No era la primera vez, pero siempre pensaba lo mismo: No era posible que siempre tuviéramos esa suerte y escapáramos ilesos con tanta facilidad. De algún modo, la Fuerza nos acompañaba allá adonde fuéramos. Esto me hace pensar que hacíamos lo justo.

Tal vez, las cosas sí funcionaran bien de aquella manera y no hiciese realmente falta mi presencia allí abajo. Por lo visto, Thaw y Nahie se las apañaban muy bien ellos solos. Pero siempre tenía la misma sensación: “Hoy no será tan fácil.”

—Delan, ¿qué pasa? ¿Te has quedado dormido? —dijo la voz de Thaw por el intercomunicador.

—No, capitán —contesté, despertando de mis pensamientos.

—Pues despierta —dijo él, ignorando por completo mi respuesta—. ¿Qué tenemos ahí dentro?

—Presiento a seis personas… No, son siete. Dos en la cabina y cuatro en la zona de descanso.

—Te falta uno. ¿Dónde está el séptimo?

—No lo sé, capitán. En realidad, no llego a sentir su presencia, sólo un… presentimiento.

—¿Un presentimiento? —preguntó Thaw, extrañado—. ¿Cuál?

—Dolor… Sufrimiento.

—¿Un prisionero?

—Puede.

—No es una nave prisión, Delan. Es un simple carguero. ¿Tienes claros esos presentimientos?

—Son claros, Thaw —insistí.

—¡Te he dicho mil veces…! —exclamó él, indignado por llamarlo por su nombre—. ¡Bah, déjalo! De acuerdo, si es un prisionero, lo liberaremos también. Puede que quiera unirse a nosotros.

— Querrá, créeme.

Un rugido wookiee interrumpió nuestra cháchara. Naggadik estaba impaciente.

—De acuerdo, Nahie —contesté—. Voy a acoplar la nave. Avisadme cuando estéis listos.

—Estamos listos desde hace eones, Delan —respondió Thaw, justo antes de oirse los crujidos metálicos al acoplarse ambas naves.

—Pues adelante —dije, abriendo la escotilla de seguridad.

A partir de ese momento, todo lo que ocurrió lo oí a través del comlink y lo sentía mediante la Fuerza:

Los cuatro imperiales se levantaban de sus asientos en la estancia principal, alarmados por el ruido del acoplamiento.

Thaw abría la escotilla del carguero desde fuera y bajaba a la nave, seguido de Nahie.

Comenzaba el intercambio de disparos.

El piloto enviaba una señal de socorro, o al menos, lo intentaba.

La ballesta wookiee se llevaba por delante a un par de soldados imperiales, mientras el bláster de Thaw y el poderoso puño de Nahie se encargaban del par restante.

El copiloto se levantaba y se dirigía hacia allí, armado y dispuesto a defender la nave… y caía a mitad del pasillo.

Thaw y Nahie pasaban por encima del cadáver del copiloto y abatían al piloto, aún en su asiento, gritando desesperadamente por el comunicador. Obviamente, nadie respondía. Las comunicaciones habían sido convenientemente cortadas desde antes del ataque por sorpresa.

—La nave es nuestra —anunció Thaw por el comlink.

—Has vuelto a hacerlo —dije, consternado—. ¿Por qué lo has hecho? ¿Era necesario matarlos a todos? —Había sentido las muertes de todas aquellas personas, y nunca es una sensación agradable.

—Era innecesario dejar testigos, Delan. Además, eran imperiales. No me gustan los imperiales, ya lo sabes.

—¿Y qué hay del piloto y del copiloto? Eran civiles.

—Al servicio del Imperio.

—Tal vez no tenían alternativa.

—Ahora sí —cortó Thaw—. Busquemos al rehén y llevémonos nuestra recompensa.

Cerré los ojos y me sumí en la Fuerza. En un instante, sentí todo lo que me rodeaba, ampliando el alcance progresivamente. Sentí mi propio cuerpo, mis ropas, los controles de la cabina del Arrecife, los paneles de los pasillos, la escotilla de unión, la mercancía del carguero…

—La carga está en la bodega principal —dije.

—Eso es obvio.

—No tanto —discrepé—. La única carga podía haber sido el rehén.

—Perfecto, entonces. Continúa la búsqueda.

Sin decir más, aumenté mi percepción desde donde la había dejado… Hasta llegar al otro extremo de la nave, sin encontrar nada.

No podía ser posible. Aún sentía una extraña presencia, como nunca antes había sentido otra. Pero me veía incapaz de determinar su localización exacta. Al menos, en los rincones conocidos de la nave. Quizás…

Inicié de nuevo la búsqueda por cada escondrijo de la nave, a cual más inverosímil. Pero no quería arriesgarme. Cualquier sitio era bueno para esconder a alguien, por más incómodo que fuera, y así pasar inadvertido a un control eventual de seguridad. Lo cual no dejaba de ser inquietante.

De pronto, me pareció sentir una sombra de miedo por debajo de las planchas de duracero que formaban el suelo del pasillo que llevaba desde la estancia principal a la rampa de salida.

—Voy hacia allí —dije apresuradamente por el comlink.

—¿Sabes dónde está? —preguntó Thaw.

—No te lo vas a creer —contesté, mientras corría hacia el carguero.

En un instante, llegué hasta la escotilla de enganche y bajé por ella para encontrarme con el calamariano y el wookiee.

—Casi no nos has dado tiempo a llegar —dijo Thaw, sorprendido.

La bodega principal está llena —dijo Nahie en shriiwook.

—Ya nos encargaremos de eso luego. Seguidme.

Al llegar al lugar indicado, me puse en cuclillas para levantar una de las planchas que cubrían el suelo. Eché el panel metálico a un lado y descubrimos un habitáculo que debería haber estado lleno de cables y mecanismos electrónicos. Oculta entre las sombras se encontraba una figura femenina, sentada con la cabeza entre las rodillas.

Enmudecidos por la sorpresa, nos miramos y bajamos la mirada de nuevo creyéndola inconsciente. Como surgida de un profundo y horripilante sueño, alzó la cabeza hacia nosotros, casi sin poder enfocar la vista.

—¿Q-Quienes sois? —consiguió decir al fin.

—Yo soy Thawarpi, capitan del Arrecife de Diamante y éstos —dijo, con un gesto— son Naggadik y Delan, primeros oficiales de mi nave. Estás a salvo.

En ese momento, se desmayó. Nahie la alzó con sumo cuidado y la llevó en brazos. Thaw les precedía en el camino de vuelta a la nave y yo iba justo detrás.

Al dejarla en la sala médica, me quedé sentado junto a ella mientras Nahie y Thaw regresaban al carguero para hacer recuento de todo cuanto había en él.

—Garrune —oí decir a Thaw por el comlink—, que baje tu droide con nosotros. Vamos a desmontar el generador del rayo tractor de este carguero y trasladarlo a la nave. Prepárate para instalarlo allí. Lo usaremos para transportar la mercancía al Arrecife.

—Vale-dale, capitán —contestó el gungan, seguido de un crujido de estática.

Me senté junto a la nueva pasajera del Arrecife. Era una humana muy atractiva, de más o menos mi edad, pelo como el cobre con reflejos dorados y ojos verdes, según había comprobado en el carguero.

Iba vestida con un mono negro de reclusión. Al parecer, era una prisionera cuyo traslado, por algún motivo, se estaba realizando encubiertamente. No era habitual un traslado de presos en cargueros destinados al transporte de mercancías, y menos aún, ocultando al prisionero en un escondite tan inusual.

Me permití observar su rostro iluminado por las luces blancas de la sala médica durante unos segundos más, hasta que, finalmente, puse mi mano derecha sobre su frente para utilizar una técnica de curación Jedi, que me sumió en la Fuerza Viva.

Continuará

Esta historia ha sido escrita por Santiago Benítez Buitrago en agosto de 2005. Queda prohibida su reproducción total o parcial por cualquier procedimiento sin permiso escrito del autor. Los personajes aquí descritos son ficticios. El Universo Star Wars se ha tomado como referencia y es propiedad de LucasFilms Ltd, y citado sin ánimo de lucro.

Para cualquier comentario relativo a esta historia, escribe a gardek [dot] mon [at] gmail [dot] com

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