Holocrón: Diario de un Jedi [Grabación 00.001.00]

Holocrón: Diario de un Jedi [Grabación 00.001.00]

 La noche caía en Mu’un V.

Vi alejarse la cañonera a través del cielo estrellado y crucé el bosque que me llevaba a la aldea que me serviría de hogar. La niebla comenzaba a crecer y pronto lo cubriría todo. Debía darme prisa para encontrar alojamiento.

Sé que no debía estar allí. Debía estar en Coruscant, y haber presentado el informe ante el Consejo Jedi. Pero me sentía enormemente culpable por la muerte del Maestro Kalraosrrook. Fue por mi culpa que todos quedamos al descubierto, a la vista de los geonosianos. Mi Maestro confió en mí para aquella tarea y yo cometí un terrible error que llevó en última instancia a su muerte. No podía presentarme ante el Consejo como si nada de aquello hubiera ocurrido, y mucho menos sin admitir que yo había sido el responsable. No podía mentir, pero tampoco me veía capaz de admitir la cruda verdad. En aquellos momentos de angustia e impotencia, sólo podía pensar en mi expulsión de la Orden. Jamás sería un Caballero Jedi. El éxito de aquella misión habría supuesto mi nombramiento, pero muy al contrario, supuso mi caída.

Todos mis años de entrenamiento… perdidos.

…O no. Podía ser un Jedi. Aun fuera de la Orden. Pensaba como un Jedi; actuaba como un Jedi; luchaba como un Jedi. Seguía compartiendo la filosofía de la Orden, por lo que sentí la necesidad de proteger a los débiles, a los oprimidos. Por ello, elegí un planeta alejado, sin un Jedi Guardián para su protección. Yo sería su Guardián.

Ya no había rastro alguno de la cañonera. Los clones habían prometido no decir una palabra de aquella misión. Según su versión, los Jedi que los comandaban cayeron en la batalla… y no tendrían nada más que añadir.

Las calles estaban desiertas. Pocas casas estaban iluminadas. Me crucé sólo con un droide de mantenimiento que se encontraba reparando el alumbrado de un callejón. Para mi suerte, disponía de vocalizador y pude preguntarle por el hospedaje más cercano.

Seguí sus indicaciones y me encontré cruzando las puertas de una especie de taberna, cinco calles más abajo. Estaba atestada de todo tipo de seres, delincuentes o no, Decidí ocultar mi arma Jedi por el momento y pasar desapercibido.

Allí era tan difícil ver como a través de la niebla de afuera, tan cargado de humo estaba todo. Pero usar la Fuerza para despejar el ambiente hubiese sido un poco escandaloso, por lo que intenté llegar como pude hasta la barra y pedir algo.

Al apoyarme, toda la superficie de la barra se iluminó de azul, indicándole al camarero la presencia de un nuevo cliente. Se acercó con aspecto adormilado, pero al ver una cara nueva mostró más interés.

—Vaya, vaya —saludó el camarero—. Un forastero… ¿Qué va a ser?

—Una pinta de licor de frutas, por favor.

—Ajá —dijo éste, haciéndole una seña al MixRMastR, el droide camarero que colgaba del techo, que se dispuso a servirme mi pedido—. Y… ¿sería muy entrometido si le pregunto de dónde viene?

—La verdad es que sí —dije todo lo amablemente que pude, mientras cogía el vaso metálico que me proporcionaba el droide—, pero creo que no tengo inconveniente en decírselo: vengo de Coruscant.

— ¿Y qué le trae a este apartado planeta? La República nunca se ha interesado por nosotros, y sólo los comerciantes se aventuran a venir por aquí. ¿Tiene algún negocio?

—A decir verdad, no. Yo sólo…

—¡¡Manos arriba!!

Un rodiano con muy mal aspecto estaba apuntando directamente a la sien del camarero con un bláster.

—Tranquilo, amigo —dijo éste con total serenidad, como si estuviese acostumbrado a ese tipo de incidentes —. Veamos, ¿qué ocurre?

— ¡Dame todo el dinero que tengas en caja! —siguió ordenando en huttés.

Miré a mí alrededor. No vi que nadie se moviera de su asiento. De hecho, nadie parecía haberse percatado de aquello. No era de extrañar, la cortina de humo que nos rodeaba se unía al constante murmullo, por lo que todos estábamos ocultos de todos.

— ¿No me oyes? ¡Dame todo el dinero!

Esta vez, dos o tres cabezas miraron hacia nosotros, pero sin conseguir ver nada. El camarero no hacía muestras de acceder a las exigencias del asaltante. Si no hacía algo, el rodiano le dispararía. Y no parecía que fuese la primera vez que lo hacía. Dispararía sin contemplaciones, a bocajarro.

No podía esperar más. Le arranqué el bláster de la mano y antes de que llegase a la mía, cayó hecha pedazos, desmontada en el aire mediante la Fuerza. No quería arriesgarme a mantener intacta el arma a su alcance. No le dio tiempo a reaccionar.

—No quieres atacarnos.

—No quiero atacaros.

—Quieres irte a casa y buscarte un trabajo decente.

—Quiero ir a casa y buscarme un trabajo decente.

Acto seguido, dio media vuelta y desapareció del local.

— ¡Un Jedi! —dijo una voz mon calamari a mis espaldas—. ¿Quién lo iba a decir, eh, Ram?

—Yo mismo, Thaw —contestó el camarero con aires de suficiencia. — Esas túnicas las suelen llevar los Jedi. ¿Dónde llevas tu arma, Jedi?

Retiré el borde de mi túnica, mostrando el sable que colgaba del cinto. Ya no había razón para ocultarse.

—Mi nombre es Delan Paciel. Se me ha asignado vuestro planeta para ser vuestro Jedi Guardián, en misión de paz, por supuesto.

—¿Paz? —dijo Ram, sarcásticamente—. Aquí no estamos en guerra.

—Aún no… —comenté apesadumbrado.

—¿Traes malas noticias de Coruscant? —preguntó Thaw preocupadamente.

—Han comenzado las Guerras Clon.

—¿Has estado allí? —preguntó el calamariano con curiosidad.

—He luchado en la primera de las batallas, pero no será la última. La semilla de la guerra se extenderá por toda la galaxia y quiero asegurarme que al menos un planeta no será tocado por ella.

—¿Y qué piensas hacer, Jedi? —Thaw seguía con su irritante sarcasmo—. ¿Salvarnos a todos en caso de ataque?

—Haré todo lo que esté en mi mano —dije seriamente.

Tras un momento de silencio, Thaw comenzó a hablar:

—Eemmm… No nos hemos presentado debidamente. Yo soy Thawarpi Ralin, comerciante. Transporto mercancías de un planeta a otro.

—Contrabandista —resumí.

—Podrías decir eso —admitió el calamariano—. Pero mi negocio es legal.

—Yo soy Ramthura Lineec, propietario de este establecimiento… Por cierto, ¿tienes alojamiento?

—Acabo de llegar. Prácticamente, no tengo un crédito.

—Perfecto. De todas formas, aquí no valen mucho los créditos de la República. Te propongo trabajar para mí a cambio de alojamiento, alimento y un módico salario. ¿Qué te parece?

— ¿Cuál sería mi trabajo?

—Te encargarás de la seguridad del local. Mis ingresos hasta ahora sólo han sido suficientes para costearme un droide camarero. Para mí sería impensable adquirir sensores de armas, alarmas o, aún menos, un droide de seguridad.

—Trato hecho —dije sin pensármelo mucho más.

—Tenía entendido —comentó Thaw— que los Jedi no aceptaban dinero ni poseían bienes materiales…

—…Mientras la Orden nos provea de cobijo y alimentos —concluí su frase—. Tengo mis razones para hacer lo que hago, créeme.

— ¿Has huido? —inquirió el calamariano.

—No es asunto tuyo —respondí, herido.

Volvió a surgir el silencio entre nosotros durante un momento, durante el cual, el rumor ambiental subió considerablemente.

— ¡Ejem! —tosió Ram, nerviosamente—. Bien, pues… Perfecto, entonces. Toma esta tarjeta electrónica —dijo mientras tecleaba en ella una serie de dígitos—. Tu habitación es la D-28. Mientras trabajes para mí, puedes considerarla tu hogar. Allí encontrarás los horarios de las comidas y todo lo necesario para instalarte. Veo que no llevas equipaje. Eso simplifica las cosas. Si necesitas cualquier cosa, pon la mano sobre la pared y nos comunicaremos holográficamente. La HoloRed sólo está disponible pagando un suplemento, lo siento. Me temo que, por el momento, seremos nosotros quienes te tengamos informado. En fin, sube, instálate y mañana firmaremos, ¿de acuerdo?

Después de un viaje tan largo y de una retahíla como aquella, nada me apetecía más que instalarme y dormir profundamente. Me despedí con un gesto y me dispuse a tomar el turboascensor al fondo del salón.

Antes de que me alejara demasiado, Ram me gritó:

— ¡No duermas demasiado! ¡Quiero verte alerta!

Continuará

 

Esta historia ha sido escrita por Santiago Benítez Buitrago en febrero de 2005. Queda prohibida su reproducción total o parcial por cualquier procedimiento sin permiso escrito del autor. Los personajes aquí descritos son ficticios. El Universo Star Wars se ha tomado como referencia y es propiedad de LucasFilms Ltd, y citado sin ánimo de lucro.

Para cualquier comentario relativo a esta historia, escribe a gardek_vos [at] hotmail [dot] com

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